EXPOSICIONES ITINERANTES DE ARTES PLÁSTICAS
DIEGO GONZÁLEZ OJEDA

En los últimos meses se ha materializado la idea de llevar exposiciones itinerantes por la provincia de Loja, actividad a cargo de la Dirección Provincial de Cultura y encabezada por Roberto González, colega y amigo de la plástica. Esta labor se ha complementado con la muestra viajera de cine nacional a cargo de Rubén Torres.
Por mi parte, pude participar en la muestra que se hizo en la plaza central de Cariamanga. Fuimos invitados dos profesores de la UTPL junto a algunos estudiantes nuestros. Se unieron también varios pintores y dibujantes locales que me dio gusto descubrir, compañeros con mucho talento y que se enfrentan a los clásicos problemas propios de la profesión, colegas que tienen mucho que dar. Fue valiosa la oportunidad de relacionarnos con la gente de allá y compartir algunos momentos con el público que se acercó a mirar nuestros trabajos. El clima permitió que hayamos podido pintar y dibujar al aire libre, cosa de la que suelo ser disfrutar muchísimo.
Me divertí jugando con la imagen del parque y los cuadros expuestos, los árboles y el edificio de la iglesia en el fondo. Hubiera querido pintar las caras de todos esos niños y jóvenes que se detuvieron con curiosidad detrás de mis hombros, algunos extrañados al inicio cuando sólo había un par de garabatos y otros animados mientras se iba dando forma a un rincón de su pueblo, tan común y corriente como cualquiera, pero que al ponerlo en un cuadro cobra algo de importancia. Creo que a veces la pintura tiene valor no solo por sí misma, no porque es el trabajo de alguien que maneja cierta técnica, sino porque nos abre alguna que otra ventana de la realidad cotidiana y nos la deja ver de una manera que no esperábamos. Luego he puesto de víctima a Angie, una de nuestras compañeras de viaje para que sea el blanco de mis trazos y de las miradas de los visitantes. Hacer un retrato en frente del público siempre es un reto porque uno no sabe lo que va a pasar.
A diferencia del paisaje en donde la gente suele ser más indulgente y nos perdona alguna imprecisión con la perspectiva, con un rostro no hay muchas vueltas que darse. Claro que siempre nos queda la frase de Picasso como pretexto para nuestras inutilidades…”algún día se parecerá al retrato”, pero no es algo que uno puede darse el lujo de hacer con frecuencia, menos cuando la expectativa que creas está apegada a la mímesis. Para hacer más corto el cuento creo que el retrato quedó al 90%, lo que quiere decir que hay que volverlo a hacer. Para cerrar la jornada me la pasé muy bien con unas escolares que comenzaron a pedirnos autógrafos y a contarnos de sus habilidades para la danza, la pintura y demás y que siempre te preguntan cosas de tu vida privada de las que luego se matan de la risa. Son divertidas las típicas preguntas “¿por qué no me dibuja a mí?” o “¿por qué no pintó ese pajarito que se posó por un minuto?”
Para terminar, quiero agradecer la oportunidad que la gente del Ministerio de Cultura está brindando tanto a las zonas apartadas de los grandes centros urbanos como a nosotros los artistas de poder acercarnos y aprender mutuamente. Fue genial haberme podido encontrar con mi hermano Mauricio y pasar una velada al amparo de una buena cerveza y de la alegría que viajar con el arte a hombros suele provocar